Félix vivía en una casa rodeado de libros. Con él, Antonia. Ella cocinaba, limpiaba y ordenaba todos los días para Félix que pasaba sus días sumergido en el trabajo y en el libro de turno porque le gustaba mucho leer.
Esa tarde de junio, Antonia estaba encaramada en la biblioteca pasando el plumero a los estantes y una franela a cada libro. Libro por libro. Lo hacía con cuidado y devoción. Cuando estiró la mano para tomar un volumen que estaba en el estante más alto tropezó y cayó al piso.
Cayó boca abajo estrepitosamente. Félix la vio, la tomó en sus manos, le acarició el lomo con la yema de los dedos y pasó su nariz a centímetros de ella mientras la olía con fruición. La sorpresa los desconcertó a ambos porque ni bien reparó en las palabras… Toda vida es un pozo de soledad que va ahondándose con los años… la dejó deslizarse nuevamente hacia el piso. Ella cayó de espaldas cerrándose de un golpe seco.
Esta vez permaneció cerrada en sí misma mientras las letras y las palabras se mezclaban en combinaciones infinitas e imposibles. Él se quedó de pie junto a ella, mirándola con desconcierto. Ella hubiera querido que la tomara de nuevo entre sus manos, con ese gesto apasionado de antes, que le acariciara el lomo, que la oliera con deleite. Tenía que persuadirlo de que no la dejara, de que leyera en ella todo lo que tenía para decirle porque en verdad valía la pena.
Tenía que llevarla con él en el tren, dejar que lo acompañara todo el día y meterla con él en su cama. Tenía que estar pendiente de ella, de sus palabras y, también, de sus silencios. Quería quedar grabada a fuego en su alma. Ser la obsesión de sus días y sus noches, el motivo de su intriga y la razón de su alegría. Quería toda su atención posible y que no la soltara hasta llegar a la palabra “Fin”.
Félix, en efecto, quedó subyugado por su historia. La siguió, la llevó de aquí para allá, no paró hasta llegar a la última sílaba.
Esa noche después de dar un largo suspiro, tomó el teléfono y llamó a Claudia.
-Clau… amor… no sabés la novela que acabo de terminar de leer: un interesante viaje por la soledad y los sucesivos nacimientos en nuestra vida. Quiero pasártela. Mañana te la alcanzo al laburo. Te amo, amor.
(escrito por Loli)
miércoles, 16 de julio de 2008
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